Peligro: Celular al volante
Revista Pronto,
31/5/18
PELIGRO: CELULAR AL VOLANTE
Sábado, apenas pasada la medianoche. En el auto, la señora lleva a 4 adolescentes: una adelante y tres atrás. Desde el interior del vehículo emana una luz azul digna de una película de naves extraterrestres. Las cuatro chicas no hablan entre ellas: tienen la mirada clavada en su celular. El semáforo se pone rojo y la señora que conduce también agarra su teléfono y empieza a ver fotos en Instagram. La luz roja dura, según la calle, entre 28 y 40 segundos. ¿Cuántas fotos puede ver en ese tiempo? ¿Cuántas historias? ¿Cuántos likes puede dar? O peor: ¿cuántas novedades pueden aparecer en unos minutos? ¿Es necesario enterarse mientras espera la luz verde? ¿Es tan urgente? Ajena a todo, la señora sonríe frente a la pantalla hasta que los bocinazos de atrás la sacan de su sueño digital y arranca. Hasta que la detenga el siguiente semáforo y todo vuelva a empezar. Vale aclarar que la historia no es ficticia: ocurrió sobre Av. Del Libertador, en la madrugada posterior al primer día del Lollapalooza Argentina 2018. La dependencia que tenemos con el celular es evidente y cada vez más preocupante. Tanto, que en lo que a Seguridad Vial se refiere y según datos de la Secretaría de Transporte porteña, en el primer cuatrimestre del año las multas por uso del celular al volante aumentaron un 143% respecto de 2017, pasando de 36.967 a 90.051. Mientras la cantidad total de multas se mantuvo estable, podría decirse que cada vez más automovilistas cometen esta infracción. Como ejemplificó un periodista del diario Clarín, "ninguna persona que esté consciente de sus actos y busque no lastimar a otros se pondría una venda en los ojos y conduciría sin visión durante media cuadra. No lo haría. La sola idea de saberse sin capacidad de respuesta le impediría hacerlo. Pero esa acción ocurre todos los días y a cada hora en las calles de Buenos Aires: cuando un conductor mira el celular durante tres segundos a 40 km/h recorre 33 metros a ciegas. En otras palabras, maneja con una venda en los ojos". ¿Más datos? Un análisis de la consultora tecnológica comScore determinó que los argentinos son los que más minutos pasan frente al celular, incluso frente al volante: "El celular es una distracción. Que haya más infractores muestra que no se está evaluando que al conducir hay que tener el 100% de la atención y un teléfono la disminuye", explicó la subsecretaría de Movilidad Sustentable y Segura, Paula Bisiau. Y agregó: "Las normas de tránsito son claras: respetar el semáforo, la prioridad de paso y la velocidad. No es tan difícil, pero ¿por qué no se cumple? Hay un problema serio que tiene que ver con la falta de consciencia del riesgo. Para los automovilistas no representa un peligro, pero lo es. Provoca pérdida de la visión periférica, de la concentración y de los reflejos". Hoy por hoy, las multas por usar el celular mientras se maneja superan a las penas por pasar un semáforo en rojo, girar la izquierda en un lugar prohibido y no usar el cinturón de seguridad. La multa es de 1.300 pesos, pero se duplica si el conductor está escribiendo un mensaje, ya que es la acción que más tiempo demanda y más distracción genera. Y como para que tenga en cuenta la señora que volvía del Lollapalooza, en la Ciudad está prohibido llamar o responder a los mensajes en un semáforo en rojo. ¿Pero el problema es sólo de los conductores? No. También están los ciclistas, que se creen todopoderosos circulando por las bicisendas mientras chatean o escuchan música con auriculares; o los peatones, que cruzan la calle mirando su pantallita. En este sentido, lo que hace algunos años parecía descabellado, hoy en nuestro país se está empezando a implementar y en muchos otros ya fue puesto en práctica: colocar semáforos en el piso. De hecho el año pasado, en Honolulu, la capital de Hawaii, comenzaron a aplicar multas que van de los 15 a los 35 dólares a aquellos peatones que crucen manipulando un celular. Según la Organización Mundial de la Salud, las distracciones en la conducción pueden ser de cuatro tipos: visuales-como apartar la vista del camino-; cognitivas -por ejemplo, reflexionar sobre un tema de conversación del que se esté hablando por teléfono o estar absorto por una preocupación-; físicas -como cuando un conductor sujeta o manipula un aparato, en lugar de tener las dos manos al volante-, y auditivas -por ejemplo, responder a un celular-. En una llamada telefónica, esas cuatro distracciones ocurren en simultáneo, lo que implica un alto riesgo para la conducción. Un ejemplo cercano se da en Uruguay. Los argentinos que cruzan la orilla se maravillan por el respeto de los conductores frente a los peatones, pero se enojan cuando van en su auto y deben pagar altísimas multas por cometer una infracción. La solución, parece, es tocar el bolsillo del imprudente.
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